Sobre el concepto de cultura
marzo 4, 2008
Micropolítica.
Cartografías del deseo
Félix Guattari
Suely Rolnik
http://caosmosis.acracia.net/?p=80
http://caosmosis.acracia.net/textos/micropolitica.pdf
EL CONCEPTO DE CULTURA ES PROFUNDAMENTE REACCIONARIO. Es una manera de separar actividades semióticas (actividades de orientación en el mundo social y cósmico) en una serie de esferas, a las que son remitidos los hombres. Una vez que son aisladas, tales actividades son estandarizadas, instituidas potencial o realmente y capitalizadas por el modo de semiotización dominante; es decir, son escindidas de sus realidades políticas.
(…)
Hay así algunas palabras-trampa (como la palabra «cultura»), nociones-tabique que nos impiden pensar la realidad de los procesos en cuestión.
(…)
Y así se acaba desembocando en una situación en la que aquello que yo llamaría «actividades de semiotización» —toda la producción de sentido, de eficiencia semiótica— es separado en una esfera que pasa a ser designada como la «cultura». Y así a cada alma colectiva (los pueblos, las etnias, los grupos sociales) le será atribuida una cultura. Sin embargo, esos pueblos, etnias y grupos sociales no viven esas actividades como una esfera separada. De la misma manera que el prestigioso burgués de Molière descubre que «hace prosa», las llamadas sociedades primitivas descubren que «hacen cultura»; son informadas, por ejemplo, de que hacen música, danza, actividades de culto, mitología y muchas más. Y descubren eso sobre todo en el momento en el que algunas personas toman su producción para exponerla en museos o venderla en el mercado de arte o para incluirla en las teorías antropológicas en circulación. Pero estas sociedades no hacen ni cultura, ni danza, ni música. Todas esas dimensiones están completamente articuladas entre sí en un proceso de expresión, y articuladas con su manera de producir bienes, con su manera de producir relaciones sociales. Es decir, no asumen, en absoluto, las diferentes categorizaciones propias de la antropología.
La situación es idéntica en el caso de la producción de un individuo que perdió sus coordenadas en el sistema psiquiátrico, o en el caso de la producción de los niños cuando son integrados en el sistema de escolarización. Antes de eso, juegan, articulan relaciones sociales, sueñan, producen pero, tarde o temprano, van a tener que aprender a categorizar esas dimensiones de semiotización en el campo social normalizado. Ahora es hora de jugar, ahora es hora de producir para la escuela, ahora es hora de soñar y así sucesivamente.
(…)
En el fondo, sólo hay una cultura: la capitalística. Es una cultura siempre etnocéntrica e intelectocéntrica (o logocéntrica), ya que separa los universos semióticos de las producciones subjetivas.
(…)
La producción de subjetividad constituye la materia prima de toda y cualquier producción.
(…)
Aquellos a los que se ha convenido en llamar «trabajadores sociales» —periodistas, todo tipo de psicólogos, asistentes sociales, educadores, animadores, gente que desarrolla cualquier tipo de trabajo pedagógico o cultural en comunidades de periferia, en los barrios de viviendas sociales, etc.— actúan de alguna manera en la producción de subjetividad. ¿Pero quién no trabaja en la producción social de subjetividad? No veo inconveniente en eso, ya que es inevitable a estas alturas. No pienso que sea posible ni deseable volver a una producción de subjetividad que consistiese, por ejemplo, en reglamentar el paso de una franja de edad a otra, a través de sistemas de iniciación —es verdad que esos ritos constituyen sistemas de fiesta y de representaciones maravillosas, pero son también extremadamente crueles.
Estamos embarcados en este proceso de división social general de la producción de subjetividad y no hay vuelta atrás. Pero, por eso mismo, debemos interpelar a todos aquellos que ocupan una posición docente en las ciencias sociales y psicológicas, o en el campo del trabajo social, todos aquellos cuya profesión consiste en interesarse por el discurso del otro. Se encuentran en una encrucijada política y micropolítica fundamental. O hacen el juego a esa reproducción de modelos que no nos permiten crear salidas a los procesos de singularización o, por el contrario, trabajan para el funcionamiento de esos procesos en la medida de sus posibilidades y de los agenciamientos que consigan poner a funcionar. Eso quiere decir que no hay objetividad científica alguna en ese campo, ni una supuesta neutralidad en la relación, como la supuesta neutralidad analítica.
En realidad, esas teorías sirven para justificar y legitimar la existencia de esas profesiones especializadas, de esos equipamientos discriminadores y, por lo tanto, de la marginalidad de algunos sectores de la población. Las personas que, en los sistemas terapéuticos o en la universidad, se consideran simples depositarias de un saber científico o simples canales de transmisión del mismo, sólo por eso, ya hicieron una opción reaccionaria. Sea cual sea su inocencia o su buena voluntad, ocupan efectivamente una posición de refuerzo de los sistemas de producción de la subjetividad dominante. Y no se trata del destino de su profesión. En Francia, en el 68, se debatía esa cuestión y se consideraba sistemáticamente a los «psi» (psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas) y en general a los trabajadores sociales como «gendarmes». Ahora no hay profesión alguna que sea esencialmente policíaca, a no ser la propia profesión de policía, y hasta eso es discutible. Desde el punto de vista micropolítico cualquier praxis puede ser o no policíaca; ningún cuerpo científico, ningún cuerpo de referencia tecnológica garantiza una justa orientación. La garantía de una micropolítica procesual, aquella que construye nuevos modos de subjetivación singularizante no se encuentra en ese tipo de enseñanza. La garantía de una micropolítica procesual sólo puede —y debe— ser encontrada a cada paso, a partir de los agenciamientos que la constituyen, en la invención de modos de referencia, de modos de praxis. Invención que permita elucidar un campo de subjetivación y, al mismo tiempo, intervenir efectivamente en ese campo, tanto en su interior como en sus relaciones con el exterior. Para el profesional de lo social, todo dependerá de su capacidad de articularse con los agenciamientos de enunciación que asuman su responsabilidad en el plano micropolítico.
(…)
La evolución de la novela como un todo puede ser remitida a esas diferentes tentativas de creación de sistemas de referencia para los nuevos modos de producción de la subjetividad. Es interesante señalar como los sistemas de modelización de la novela están siempre, en cierta manera, relacionados con los sistemas de modelización del psiquismo. Freud siempre buscó sus referencias en la mitología antigua, sin embargo, las traducía a un cierto tipo de novela familiar mucho más próxima a la obra de Goethe, por ejemplo. No obstante, para mí, es evidente que los mayores psicoanalistas no son ni Freud, ni Lacan, ni Jung, ni nadie de ese tipo, sino gente como Proust, Kafka o Lautréamont. Estos últimos consiguieron representar las mutaciones subjetivas mucho mejor que las empresas de modelización premeditadamente científicas.
(…)
Si considerásemos lo que efectivamente pasa en el campo de la creación
artística y científica, jamás encontraríamos sistemas de centralización, instituciones
que controlasen totalmente los procesos creativos. De algún modo,
las producciones artísticas y científicas proceden de agenciamientos de
enunciación que a la vez atraviesan no sólo las instituciones y las especialidades,
sino además países y hasta épocas. Hay siempre una suerte de multicentrismo
de los puntos de singularización en el campo de la creación. Esto no
impide que haya, en un momento o en otro, un individuo creador o una
escuela —pero siempre es retomado por un phylum de producción que secruza con otro phylum. Sólo en la cabeza de lxos generales y de los déspotas
de la cultura existe la idea de que se pueda planear una revolución,
aunque ésta sea cultural. Por esencia, la creación es siempre disidente, transindividual,transcultural.(…)
La culpabilización es una función de la subjetividad capitalística. La raíz de
las tecnologías capitalísticas de culpabilización consiste en proponer siempre
una imagen de referencia a partir de la cual se plantean cuestiones tales
como: «¿Quién es usted?» «¿Se atreve a tener opinión, en nombre de qué
habla?» «¿Qué vale usted en la escala de valores reconocidos en la sociedad?
» «¿A qué corresponde su habla?» «¿Qué etiqueta podría clasificarlo?»
Y estamos obligados a asumir la singularidad de nuestra propia posición
con el máximo de consistencia. Sólo que, en caso de hacerlo solos, esto es frecuentemente
imposible pues una posición implica siempre un agenciamiento
colectivo. Por lo tanto, a la menor vacilación ante esa exigencia de referencia,
se acaba cayendo automáticamente en una suerte de agujero, que hace
que la gente comience a preguntarse: «A fin de cuentas ¿quién soy yo? ¿Será
que soy un mierda?» Es como si nuestro propio derecho a la existencia se
derrumbase. Y ahí se piensa que lo mejor que puede hacer uno es callarse e
interiorizar esos valores. ¿Pero quién es el que dice eso? Tal vez no sea necesariamente
el profesor, o el maestro explícito exterior, sino algo de nosotros
mismos, en nosotros mismos y que nosotros mismos reproducimos.
Instancias de superego e instancias de inhibición.
(…)
Otra función de la economía subjetiva capitalística (tal vez la más importante de
todas) es la de la infantilización. Piensan por nosotros, organizan por nosotros la
producción y la vida social. Más allá de eso, consideran que todo lo que tiene
que ver con cosas extraordinarias —como el hecho de hablar y vivir, el hecho
de tener que envejecer, de tener que morir— no debe perturbar nuestra armonía
en el puesto de trabajo y en los lugares de control social que ocupamos,
comenzando por el control social que ejercemos sobre nosotros mismos.
La infantilización —como la de las mujeres, la de los locos, la de ciertos sectores
sociales o la de cualquier comportamiento disidente— consiste en que
todo lo que se hace, se piensa o se pueda venir a hacer o pensar sea mediado
por el Estado. Cualquier tipo de intercambio económico, cualquier tipo
de producción cultural o social tiende a pasar por la mediación del Estado.
Esa relación de dependencia del Estado es uno de los elementos esenciales
de la subjetividad capitalística.
(…)
cultura presentacion en power point con algunas de las notas anteriores.
enero 27, 2009 a las 4:39 am
me quede en la pag 68
enero 29, 2009 a las 9:29 pm
«La relación que se establece entre el ego y la persona social y jurídica hace
que se tienda siempre a responsabilizar a las funciones de la subjetividad. Se
da entonces un fenómeno de reificación social de la subjetividad, con todos
sus contra-efectos de represión, de culpabilización, etc. Estamos totalmente
prisioneros en una especie de individuación de la subjetividad.»
enero 29, 2009 a las 9:31 pm
«Es muy importante, desde mi punto de vista, no confundir esos procedimientos
de culpabilización, producidos sistemáticamente por todos los sistemas
de modelización, de formación de la subjetividad, con una especie de
mecanismo sadomasoquista que, en la descripción freudiana, sería de naturaleza
intrapsíquica (el conflicto tipo Eros / Thanatos). En otras palabras,
lidiar con esa problemática no pasa por un psicoanálisis generalizado, sino por procedimientos
micropolíticos, por la instauración de dispositivos particulares que
disuelvan esos elementos de culpabilización de los valores capitalísticos.»
enero 29, 2009 a las 9:32 pm
«La discriminación es una función de la economía subjetiva capitalística directamente
vinculada a la culpabilización.»
enero 29, 2009 a las 9:34 pm
«Todo lo que es del dominio de la ruptura, de la sorpresa y de la angustia,
pero también del deseo, de la voluntad de amar y de crear, debe encajar de
alguna manera en los registros de las referencias dominantes. Existe siempre
un arreglo que intenta prever todo lo que pueda tener la naturaleza de
una disidencia del pensamiento y del deseo. Hay una tentativa de eliminar
aquello que llamo procesos de singularización. Todo lo que sorprende, aunque
sea levemente, debe ser clasificable en alguna zona de encasillamiento,
de referenciación.»
enero 29, 2009 a las 9:48 pm
«El orden capitalístico incide en los modos de temporalización. Ha destruido los
antiguos sistemas de vida, ha impuesto un tiempo de equivalencias, comenzando
por el salario a través del cual valoriza las diferentes actividades de
producción. Las producciones que entran en los circuitos comerciales, las
producciones de orden social o las producciones de alta valorización son
sobrecodificadas por un tiempo general de equivalencia.
Fenomenológicamente, sabemos que ese tiempo de equivalencia es algo
que depende de un determinado orden social: el tiempo no sigue los mismos
ritmos, los mismos ritornelos, en un agenciamiento onírico, en un agenciamiento
melancólico o maníaco, en un agenciamiento de danza o en un
agenciamiento de producción social colectiva. De hecho, se trata de modos
de territorialización específicos. Y todos esos sistemas de medida de equivalencia
del tiempo, interiorizados, no son sólo un hecho subjetivo, sino también
un dato básico en la formación de la fuerza colectiva de trabajo y en la
formación de la fuerza colectiva de control social. Lo que fue dicho sobre el
modo de temporalización podría también ser dicho sobre el modo de espacialización.
Hoy, todas las relaciones con el espacio, con el tiempo y con el
cosmos tienden a ser completamente mediadas por los planos y ritmos
impuestos, por el sistema de encasillamiento de los medios de transporte,
por la modelización del espacio urbano, del espacio doméstico, por la tríada
coche-televisión-equipamiento colectivo, etc.»
enero 29, 2009 a las 9:48 pm
«La fuerza de la subjetividad capitalística se produce tanto al nivel de los opresores,
como de los oprimidos.»
enero 29, 2009 a las 9:57 pm
«Lo que me parece original en el trabajo que Deleuze y Guattari vienen
desarrollando es, primero, el reconocimiento de esa producción como la propia
industria de base del sistema capitalista (o socialista burocrático); segundo,
la sensibilidad de estos autores a los puntos de ruptura de ese dispositivo
complejo de producción de la subjetividad, en los que se situarían, según
ellos, muchos de los movimientos sociales de la actualidad; y, finalmente, el
reconocimiento de tales puntos de ruptura como focos de resistencia política
de mayor importancia, ya que atacan la lógica del sistema, no como abstracción,
sino como experiencia vivida. Tenemos que reconocer que en esa posición
existe una apertura de perspectivas un tanto extraña en la actualidad.
6. Revoluciones moleculares: el atrevimiento de la singularización
GUATTARI. La tentativa de control social, a través de la producción de subjetividad
a escala planetaria, choca con factores de resistencia considerables,
procesos de diferenciación permanente que yo llamaría «revolución molecular
» aunque el nombre poco importa.»
«Lo que caracteriza a los nuevos movimientos sociales no es sólo una resistencia
contra ese proceso general de serialización de la subjetividad, sino la
tentativa de producir modos de subjetivación originales y singulares, procesos
de singularización subjetiva.»
enero 29, 2009 a las 9:57 pm
«La función de autonomía en un grupo corresponde a la capacidad de operar
su propio trabajo de semiotización, de cartografía, de injerir en el nivel de
las relaciones de fuerza local, de hacer y deshacer alianzas, etc.»
enero 29, 2009 a las 9:58 pm
«Lo que caracteriza un proceso de singularización (que, durante cierta época,
llamé «experiencia de un grupo sujeto») es que sea automodelador. Esto es,
que capte los elementos de la situación, que construya sus propios tipos de
referencias prácticas y teóricas, sin permanecer en una posición de constante
dependencia con respecto del poder global, a nivel económico, a nivel de los
campos de saber, a nivel técnico, a nivel de las segregaciones, de los tipos de
prestigio que son difundidos. A partir del momento en el que los grupos
adquieren esa libertad de vivir sus propios procesos, pasan a tener capacidad
para leer su propia situación y aquello que pasa en torno a ellos. Esa capacidad
es la que les va a dar un mínimo de posibilidad de creación y exactamente
les va a permitir preservar ese carácter de autonomía tan importante.»
enero 29, 2009 a las 9:59 pm
«La idea de revolución molecular habla sincrónicamente de todos los niveles:
infrapersonales (lo que está en juego en el sueño, en la creación, etc.), personales
(las relaciones de auto-dominación, aquello que los psicoanalistas llaman
Superyo) e interpersonales (la invención de nuevas formas de sociabilidad
en la vida doméstica, amorosa y profesional, y en las relaciones con los vecinos
y con la escuela).»
enero 29, 2009 a las 10:00 pm
«Las radios libres, la objeción al sistema de representación política, el cuestionamiento
de la vida cotidiana, las reacciones de rechazo al trabajo en su forma
actual, son virus que contaminan el cuerpo social en relación con el consumo,
con la producción, con el ocio, con los medios de comunicación, con la cultura,
etc. Son revoluciones moleculares creando mutaciones en la subjetividad,
consciente e inconsciente, de los individuos y de los grupos sociales.»
enero 29, 2009 a las 10:01 pm
«La revolución molecular consiste en producir las condiciones no sólo de una
vida colectiva, sino también de la encarnación de la vida para sí mismo,
tanto en el campo material, como en el campo subjetivo.»
enero 29, 2009 a las 10:02 pm
«Lo que estoy llamando procesos de singularización es algo que frustra esos
mecanismos de interiorización de los valores capitalísticos, algo que puede
conducir a la afirmación de valores en un registro particular, independientemente
de las escalas de valor que nos cercan y acechan por todos lados.»
enero 29, 2009 a las 10:03 pm
«El trazo común entre los diferentes procesos de singularización es un devenir
diferencial que rechaza la subjetivación capitalística. Eso se siente por un
determinado calor en las relaciones, por determinada manera de desear, por
una afirmación positiva de la creatividad, por una voluntad de amar, por
una voluntad simplemente de vivir o sobrevivir, por la multiplicidad de
esas voluntades. Es preciso abrir espacios para que eso acontezca. El deseo
sólo puede ser vivido en vectores de singularización.»
enero 29, 2009 a las 10:03 pm
«Los microprocesos revolucionarios pueden no ser de la misma naturaleza
que las relaciones sociales. Por ejemplo, la relación de un individuo con la
música o con la pintura puede acarrear un proceso de percepción y de sensibilidad
completamente nuevo.»
enero 29, 2009 a las 10:03 pm
«Hay una suerte de resistencia social que debe oponerse a los modos dominantes
de temporalización. Ésta va desde el rechazo a cierto ritmo en los
procesos de trabajo asalariado, hasta el hecho de que ciertos grupos
entiendan que su relación con el tiempo debe ser producida por ellos mismos
—como en la música y en la danza. Algunos teóricos de la Autonomia
en Italia insistieron justamente en esta dimensión de la diferenciación de
los modos de temporalización. Lo mismo puede decirse en relación a los
modos de espacialización.»
enero 29, 2009 a las 10:06 pm
«La problemática del cuestionamiento del sistema capitalístico ya no es del
dominio exclusivo de las luchas políticas y sociales a gran escala o de la afirmación
de la clase obrera. También pertenece a aquello que intenté agrupar
bajo el nombre de «revolución molecular», cuyos enemigos o antagonistas
no pueden ser clasificados en rúbricas claramente delimitadas. Hay una
relación de complementariedad y de segmentariedad, que hace que a veces
seamos, simultáneamente, aliados y enemigos de alguien.»
enero 29, 2009 a las 10:07 pm
«En la historia del capitalismo, existió una época en la que una serie de revoluciones
burguesas transformaron profundamente las relaciones sociales de
forma paralela a las relaciones económicas. Parece que ese paralelismo no tiene,
en absoluto, ninguna vigencia en la crisis actual. En este aspecto el movimiento
mundial de revoluciones moleculares está incontestablemente más adaptado a
las transformaciones productivas e informáticas, a la evolución de las relaciones
científicas y estéticas, a las mutaciones en curso que se desarrollan actualmente
en esos campos, que a las estructuras esclerotizadas de la universidad y de los
organismos oficiales, y esto tanto en el Este como en Occidente.»
enero 29, 2009 a las 10:09 pm
«En cuanto a los movimientos que pretenden desembocar en una transformación
social que combata la omnipotencia de la producción de subjetividad
capitalística con prácticas y referencias arcaicas que difunden una visión
maniqueísta, se puede decir que están dejando el campo totalmente libre
para esa producción. Para que se hagan efectivos los procesos de reapropiación
de la subjetividad —tales como los de un grupo de psiquiatrizados; o
de un grupo de personas que quieren organizar su vida de otro modo; o de
una minoría social que quiere deshacerse de los sistemas de coacción que
tienden a modelizarla; o de un grupo de mujeres que, aunque en pequeña
escala, quieren liberarse del sistema opresivo del que son objeto desde hace
milenios; o de un grupo de creadores que quieren librarse de los sistemas de
patronazgo en su campo; o hasta de niños que rechazan la aceptación del sistema
de educación y de vida que les es propuesto, deben crear sus propios
modos de referencia, sus propias cartografías, deben inventar su praxis de
manera que produzcan aperturas en el sistema de subjetividad dominante.»
enero 29, 2009 a las 10:10 pm
«Es preciso que cada uno se afirme en la posición singular que ocupa, que la
haga vivir, que la articule con otros procesos de singularización y que se
resista a todas las tentativas de nivelación de la subjetividad, ya que estas
tentativas son fundamentales por el mero hecho de que el imperialismo hoy
se afirma tanto a través de la manipulación de la subjetividad colectiva,
como a través de la dominación económica. A cualquier escala que esas
luchas se expresen o se agencien, tienen un alcance político, ya que tienden
a cuestionar ese sistema de producción de subjetividad.»
enero 29, 2009 a las 10:13 pm
«Todos los devenires singulares, todas las maneras de existir de modo auténtico
chocan contra el muro de la subjetividad capitalística. O bien los devenires
son absorbidos por ese muro, o bien sufren verdaderos fenómenos de
implosión. Es preciso construir otra lógica —diferente de la lógica habitual—
para poder hacer coexistir ese muro con la imagen de una diana que
una fuerza sería capaz de perforar. Esto debe hacerse, aun a sabiendas de
cuan terrible puede llegar a ser ese muro, y de que su demolición implica
encontrar medios difíciles y organizados (sin por eso caer en el fascismo), al
mismo tiempo que se continúan desarrollando agenciamientos y territorios
donde las personas se puedan sentir bien.»
enero 29, 2009 a las 10:14 pm
«Los agenciamientos que pueden construir sus propios modos de subjetivación
provocan básicamente dos tipos de actitud:
• La actitud normalizadora, que se traduce de dos maneras diferentes,
pero complementarias: la ignorancia sistemática de tales agenciamientos,
su consideración como meros problemas secundarios o arcaísmos; o
su recuperación e integración.
• La actitud que los reconoce, que considera tales agenciamientos en su
carácter específico y en su trazo común, de tal modo que posibilita su
articulación. Sólo esa articulación va a permitir un cambio efectivo de
la situación.»
enero 29, 2009 a las 10:16 pm
«En otras palabras, un punto de singularidad puede ser orientado en el
sentido de una estratificación que lo anule completamente, pero también
puede entrar en una micropolítica, que puede dar lugar a un proceso de singularización.
En esto, a mi entender, es en lo que reside toda la importancia
de los análisis de las problemáticas del inconsciente.»
enero 29, 2009 a las 10:16 pm
sigo en la 68
marzo 23, 2009 a las 9:30 pm
«El problema que se presenta en el sistema social actual es que el conjunto de
las formas sociales estratificadas es claramente incapaz de responder a las
mutaciones maquínicas; de este modo éstas son permanentemente reterritorializadas
y reestratificadas.»
marzo 23, 2009 a las 9:31 pm
«Los puntos de singularidad, los procesos de singularización son las propias
raíces productivas de la subjetividad en su pluralidad.»
marzo 23, 2009 a las 9:47 pm
«como afirma el teórico alemán Hans Magnus Enzensberger, la
industrialización del espíritu supone cuatro condiciones:
• Un pre-requisito filosófico: el racionalismo.
• Un pre-requisito político: la proclamación de los derechos humanos,
particularmente la igualdad y la libertad.
• Un pre-requisito económico: la acumulación de capital.
• Un pre-requisito tecnológico: la industrialización.»
marzo 23, 2009 a las 10:13 pm
Pero si en ese fenómeno hay una audaz afirmación de la vida, una creación
de nuevos agenciamientos sociales, señales de un proceso de singularización
que se prepara, por otro lado es también portador de un peligro: tomar la
disolución como finalidad, en lugar de ser sólo la vía necesaria para la creación.
No ha sido la primera vez que sucumbimos a la fascinación de la destrucción,
llevada hasta sus últimas consecuencias, frente a la violencia cometida
contra la vida en el mundo en el que vivimos. No ha sido la primera vez
que decimos: «Si es para vivir así, tan precariamente, mejor ser autores de
nuestra propia muerte». Ese peligro es el que Guattari llama «microfascismo».
marzo 27, 2009 a las 11:19 pm
La música popular, en cierto modo, coloca la cuestión del
deseo en múltiples formas no sólo de expresión verbal sino de expresión
gestual y corporal. Y esto, con una capacidad de penetración que crea una
situación nueva, una situación singular: la posibilidad (ambivalente también)
de discutir, de colocarse y de elaborar esa cuestión molecular dentro
de la llamada industria cultural.
marzo 27, 2009 a las 11:21 pm
GUATTARI. En Brasil, en este momento, la invención de modos de expresión
semiótica de diferentes naturalezas, evocados por todos en este debate,
constituye de alguna manera una suerte de reserva posible de expresividad
de medios totalmente imprevistos, inesperados, para luchar contra todas las
lenguas burocratizadas, endurecidas. Sobre la intervención de José Miguel
Wisnik, yo diría que la manera de evitar expresiones mortíferas del deseo
(como esa de lanzar adoquines como distracción de fin de semana), la manera
de evitar el riesgo de acumulación de microfascismo, el riesgo de desarrollo
de cánceres fascistas, no consiste evidentemente en crear sistemas de control
y de sobrecodificación. Consiste en instaurar dispositivos que articulen
modos de expresión disidentes a los modos de expresión dominantes, dándoles
cierto poder en las relaciones de fuerza reales. Al revés que en una
especie de rollo compresor fascista, tendríamos la creación de modos de
conexión y de articulación rizomáticas. Tendríamos también la profundización
de procesos en su singularización, sin que, por eso, se volviesen impotentes
en las relaciones de fuerza reales.
marzo 27, 2009 a las 11:22 pm
¿Lo que organiza un comportamiento, una relación social, un sistema de
producción es el hecho de que está circunscrito a una identidad? ¿O es tener,
pegada, una etiqueta? ¿O que se ejerza bajo leyes prefijadas por un reglamento?
¿Será que la relación fundadora del yo, aquello que nos da el sentimiento
Subjetividad e historia 83
de ser nosotros mismos, está en nuestra obediencia al código de una microsociedad
o a las leyes de una sociedad? ¿O en la referencia a una ideología
religiosa, política o a cualquier otra? ¿Es eso lo que nos permite vivir, no sólo
en el sentido de poder respetarnos, sino también, y sobre todo, de poder
tener relaciones creativas? ¿Es eso lo que permite organizar la división del
trabajo? ¿Es eso lo que permite producir, tanto en el campo material, como
en lo subjetivo, las condiciones de una vida colectiva y, al mismo tiempo, las
condiciones de desarrollar una vida por nosotros mismos (aquello que
llamo proceso de singularización)?
Es exactamente ese tipo de problemas los que, para mí, son muy mal planteados
cuando pensamos en esos términos —en los términos de una identidad,
en los términos del poder que tiene el ego de controlar las fuerzas pulsionales
del inconsciente bajo el dominio del superego, de la ley, de todos los sistemas
de control social. Pienso que, por el contrario, la manera en la que el yo, los
individuos, los grupos sociales son modelados por los sistemas capitalísticos
contemporáneos es mucho más portadora del desorden y de entropía que los
sistemas de sensibilidad (aquello que llamo modos de semiotización prepersonales),
sistemas que pueden desarrollarse en una dirección que apunta hacia la
rebeldía frente a la dominación de las estructuras de identidad.
marzo 27, 2009 a las 11:23 pm
Lo que es producido por la subjetividad capitalística, lo que nos llega a través
de los medios de comunicación, de la familia, de todos los equipamientos que
nos rodean, casi no son ideas; no son la transmisión de significaciones a través
de enunciados significantes; ni modelos de identidad o identificaciones
con polos maternos, paternos, etc. Son, esencialmente, sistemas de conexión
directa entre, por un lado, las grandes máquinas productoras y de control
social y, por otro, las instancias psíquicas, la manera de percibir el mundo.
marzo 27, 2009 a las 11:24 pm
La problemática de las identidades —tal y como han percibido los psicoanalistas
en el transcurso de la historia del psicoanálisis— no habla sólo sobre
una reproducción de las identidades y de los procesos de identificación. Lo
que hay de rico y fructífero en la evolución de la teoría del objeto en la historia
del psicoanálisis es que, a pesar de todas las reducciones interpretativas
con las que ha sido tratada la cuestión de la relación del objeto, se ha
dado una recuperación —en particular en las teorías kleinianas— de la idea
de que existían puntos de singularidad subjetiva bajo las estructuras del ego
y de las estructuras identificatorias.
También en la teoría lacaniana, una de las formulaciones más operativas ha
sido la del «objeto a» como función de singularidad en los procesos psíquicos.
El punto en el que estoy en desacuerdo con las referencias de Lacan es
en la utilización que hace del matema «objeto a»; sobre todo, el modo en el
que lo articula en su teoría del fantasma que acaba por reintegrarla en la
problemática de la representación.
marzo 27, 2009 a las 11:25 pm
Para cerrar esta cuestión me parece oportuno partir de una doble descentralización
radical de la noción de subjetividad en relación con la noción de
identidad. La subjetividad parece estar caracterizada de una doble manera:
por un lado el hecho de habitar procesos infrapersonales (la dimensión
molecular) y, por otro, el hecho de estar esencialmente agenciada en el nivel
de agenciamientos sociales, económicos, maquínicos; de estar abierta a
todas las determinaciones socio-antropológicas y económicas.
marzo 27, 2009 a las 11:26 pm
El punto en el que las problemáticas del inconsciente se
entrelazan con las problemáticas políticas está exactamente en la idea de que
apenas se trata de subjetividades identificables o identificadas, sino de procesos
subjetivos que escapan a las identidades.
marzo 27, 2009 a las 11:28 pm
8. Identidad versus singularidad
Identidad y singularidad son completamente diferentes. La singularidad es
un concepto existencial y la identidad es un concepto de referenciación, de
circunscripción de la realidad a cuadros de referencia, que pueden ser
imaginarios. Esta referenciación va a desembocar tanto en lo que los freudianos
llaman proceso de identificación, como en los procedimientos policiales,
en el término identificación del individuo —su documento de identidad,
su impresión digital. En otras palabras, la identidad es aquello que hace
pasar la singularidad de las diferentes maneras de existir por un solo y mismo cuadro
de referencia identificable. Cuando vivimos nuestra propia existencia, la
vivimos con las palabras de una lengua que pertenece a cien millones de
personas; la vivimos con un sistema de intercambios económicos que pertenece
a todo un campo social; la vivimos con representaciones de modos de
producción totalmente serializados. Sin embargo, viviremos y moriremos
en una relación totalmente singular con ese entrecruzamiento. Lo que es
verdadero para cualquier proceso de creación es verdadero para la vida. Un
músico o un pintor está zambullido en todo lo que fue la historia de la pintura,
en todo lo que la pintura despliega en torno suyo y, por lo tanto, la retoma
de un modo singular. Otra cosa es la manera en la que esa existencia, ese
proceso creativo será después identificado en coordenadas sociohistóricas y
esto último no coincide con el sentido del proceso de singularización. Ahora
bien, lo que interesa a la subjetividad capitalística, no es el proceso de singularización,
sino justamente este resultado del proceso: su circunscripción
a modos de identificación de la propia subjetividad dominante.
Aquello que llamo procesos de singularización —simplemente poder vivir,
sobrevivir en un determinado lugar, en un determinado momento, ser nosotros
mismos— no tiene nada que ver con la identidad (cosas tales como mi
nombre es Félix Guattari y estoy aquí). Tiene que ver, por el contrario, con el
modo en el que, en principio, funcionan y se articulan todos los elementos
que constituyen el ego; es decir, con la forma en la que sentimos, respiramos,
tenemos o no voluntad de hablar, de estar aquí o de irnos rápidamente.
marzo 27, 2009 a las 11:29 pm
GUATTARI. No voy a entrar en un análisis de los fenómenos que usted está
describiendo, fenómenos que se están dando en el contexto de Bahía, y que
no conozco. La única observación que estoy en condiciones de hacer es que
me parece que los conceptos de cultura y de identidad cultural son profundamente
reaccionarios: cada vez que los utilizamos, propagamos, sin percibirlos,
modos de representación de la subjetividad que la reifican y que con eso
no nos permiten dar cuenta de su carácter compuesto, elaborado, fabricado,
de la misma forma que cualquier mercancía en el campo de los mercados
capitalísticos.
marzo 27, 2009 a las 11:31 pm
En lugar de reificar una noción como la de la cultura de un grupo social,
podríamos tal vez hablar, más convenientemente, de un agenciamiento de procesos
de expresión. Esos procesos, a nivel molar, son de hecho antagónicos en
relación con las producciones de subjetividad capitalística, pero lo que su
reificación no nos permite percibir es que, a nivel molecular son completamente
indistintos en relación con otras producciones semióticas —no sólo
las que se dan en África, sino también las de los punks, las de los grupos de
rock de la periferia de París, las de un poeta o de un músico en Japón o en
cualquier lugar del mundo.
marzo 27, 2009 a las 11:31 pm
Es muy importante considerar que esos procesos de singularización pueden
ser, por un lado, capturados y circunscritos, por relaciones de fuerza
que les dan esa figura de identidad —sin olvidar nunca que se trata de un
concepto que es de alguna forma profundamente reaccionario, aun cuando
es manejado por movimientos progresistas. Por otro lado, esos mismos procesos
pueden, concomitantemente, funcionar en el registro molecular, escapando
totalmente a esa lógica identitaria. Esa ambigüedad de los conceptos
existe en todos los campos.
marzo 27, 2009 a las 11:32 pm
La idea de subjetivación colectiva singular no se refiere forzosamente a un
alma inmanente o trascendente, que sería el alma de un grupo social: todas
esas concepciones que refieren los fenómenos subjetivos a identidades culturales
tienen siempre un fondillo de etnocentrismo. Una subjetividad
puede estar implicada en procesos de singularización —como la subjetividad
de los grupos homosexuales o de los negros, que reinventan un sistema
religioso particular como el candomblé—, sin que se tenga, por eso, que proyectar
la referencia de una identidad cultural sobre esa producción de subjetividad.
Tal referencia es mítica, aunque «mítica» no es precisamente la
palabra que me gustaría emplear, pues se trata de un mito extremadamente
funcional: implica un tipo de producción subjetiva que se ajusta muy bien a
los asuntos de las sociedades capitalísticas.
marzo 27, 2009 a las 11:32 pm
Esto parece una característica de la situación del continente latinoamericano
en general. Un continente que no ha sido completamente devastado
por las semióticas capitalísticas y que dispone de reservas extraordinarias de
medios de expresión no-logocéntricos, pudiendo articularse en formas de
creación totalmente originales.
May 2, 2009 a las 6:34 am
«La identidad cultural constituye un nivel de la subjetividad: el nivel de la territorialización
subjetiva.»
May 2, 2009 a las 6:34 am
«La noción de «identidad cultural» tiene implicaciones políticas y micropolíticas
desastrosas, porque lo que no alcanza a comprender es precisamente
toda la riqueza de la producción semiótica de una etnia, de un grupo social
o de una sociedad.»
May 2, 2009 a las 6:35 am
«a) Identidad versus devenir-mujer, devenir-homosexual, devenir-negro»
May 2, 2009 a las 6:37 am
«Arthur Rimbaud, en Iluminaciones, hablaba de un devenir-negro. De
alguna forma, también ese devenir-negro habla a otras categorías etnográficas.
Hay un devenir-negro de la pintura, un devenir-negro de la música, así
como se podría decir que hay un devenir minoritario de la literatura —
rechazo de la inscripción de la literatura en las formas dominantes.»
May 2, 2009 a las 6:40 am
«En otras palabras, la idea de «devenir» está ligada a la posibilidad o no
de un proceso de singularización.»
May 2, 2009 a las 6:41 am
«En resumen, a la idea de reconocimiento de la identidad opondría una
idea de procesos transversales, de devenires subjetivos que se instauran a
través de los individuos y de los grupos sociales; y que pueden hacerlo porque
ellos mismos son procesos de subjetivación, porque configuran la propia
existencia de esas realidades subjetivas. Sin embargo, no pueden existir
en sí mismos, sin un movimiento procesual; es eso lo que les da su potencia
para atravesar todas las estratificaciones —estratificaciones materiales, de
sentido, de sistemas maquínicos, etc.»
May 2, 2009 a las 6:42 am
«Así, podríamos decir que cada vez que una problemática de identidad o de
reconocimiento aparece en determinado lugar, cuanto menos estamos delante de una
amenaza de bloqueo y de paralización del proceso. Dentro de esa lógica —que
puede parecer un tanto paradójica— se puede concebir la existencia no de
92 Micropolítica. Cartografías del deseo
un programa común, de un frente, de una unificación, sino de vías de paso,
vías de comunicación inconsciente entre la cuestión negra, la cuestión femenina,
entre devenires-niño y devenires-poéticos. Devenires que atraviesan,
literalmente, esos diferentes modos de subjetivación.»
May 2, 2009 a las 6:45 am
«Si hoy se presentan problemáticas como la de la subjetivación de los negros en
Brasil o de los homosexuales en Francia, eso no quiere decir que habría, en la
especie humana, una naturaleza negra, una naturaleza homosexual y, por lo
tanto, universales de la negritud, universales de la homosexualidad, que sería
necesario rescatar. Eso quiere decir, antes bien, que algunos agenciamientos
sociales en Brasil pretenden construir su subjetividad sobre la base de la articulación
de algunos elementos. La homosexualidad que los homosexuales
construyen no es algo que los especifique en su esencia, pero sí algo que habla
directamente sobre la relación con el cuerpo, la relación con el deseo del conjunto
de las personas que están en el entorno de los homosexuales. Eso no
quiere decir que los homosexuales pretendan hacer proselitismo o instaurar
una dictadura de la homosexualidad. Quiere decir, simplemente, que la problemática
que ellos singularizan en su campo no es del dominio de lo particular
y menos aun de lo patológico, sino que esta problemática se refiere al
dominio de la construcción de una subjetividad que se conecta y se entrelaza
con problemáticas que se encuentran en otros campos, como el de la literatura
o el de la infancia. Son justamente esos elementos los que nos llevarían a
hablar de un norte-sur a través de los países, de una negritud a través de todas
las razas, de lenguas menores a través de todas las lenguas dominantes, de un
devenir-homosexual, de un devenir-niño, de un devenir-planta a través de los
sexos delimitados. Son esos elementos que Deleuze y yo agrupamos en la
rúbrica de «dimensión molecular» del inconsciente.»
May 2, 2009 a las 6:46 am
«Querer ser poeta o hacer poesía ya es en cierto
modo participar de una minoría, de una minoría oprimida, a menos que esa
poesía encaje, por ejemplo, en algunas normas universitarias y editoriales.»
May 2, 2009 a las 6:48 am
«Actualmente, el movimiento feminista en Francia ha conseguido conquistar
algunas posibilidades de intervención en ciertos engranajes del poder del
Estado. Pero el movimiento feminista no es simplemente eso, así como éste
no es simplemente un conjunto de grupos feministas. El movimiento sólo
tiene sentido en la medida en que se articula con el conjunto de las microrevoluciones
feministas que están en juego en todo el tejido social.»
May 2, 2009 a las 6:56 am
«Son estos devenires los que me parecen una verdadera respuesta a los
problemas del racismo: estos devenires consisten en tomar el problema por
la raíz. Es decir, tomar el problema no en el nivel de las grandes entidades
culturales y ideológicas, sino en el nivel en el que se articula efectivamente
la construcción, la producción de las subjetividades. El nivel de todo ese
racismo entre hombre y mujer (impuesto casi desde el nacimiento), de todas
esas dicotomías en las relaciones de semiotización (como actividad lúdica
versus actividad escolar), de todos esos sistemas de punición que hacen que
sólo sean seleccionadas las actividades rentables para un cierto sistema de
jerarquía social. El nivel de la proyección de todos esos fantasmas colectivos
de la peligrosidad de los llamados marginales («los locos son personas peligrosas
», «los negros tienen una sexualidad extraordinaria», «los homosexuales
son perversos polimorfos», etc.). Esa manera de captar los procesos
de singularización y encasillarlos inmediatamente en referencias —referencias
afectivas, referencias teóricas por parte de los especialistas, referencias
de equipamientos colectivos y discriminadores. En esos devenires es en los
que se da la articulación entre el nivel molecular de la integración subjetiva
y todos los problemas políticos y sociales que hoy recorren el planeta.»
May 2, 2009 a las 6:59 am
«Siempre se tiene que partir de alguna cosa, es decir, siempre se tiene que
disponer de una cartografía mínima. En este sentido, para las personas calificadas
socialmente como homosexuales, la mejor cartografía es la que se configura
en el sentido de un devenir-homosexual y no aquellas cartografías que
como la psicoanalítica giran alrededor de una confusión compuesta de
sublimación y de todas aquellas majaderías»
May 2, 2009 a las 7:01 am
«La micropolítica es exactamente el intento de agenciar las cosas para
evitar que suceda aquello de lo que he hablado en muchas ocasiones: un
proceso de singularización de un grupo de homosexuales que provoque,
en algunas circunstancias, la reificación de un devenir-homosexual individual.
Intentar agenciar las cosas de modo que los procesos de singularización
no se neutralicen mutuamente, no se recuperen en la reconstitución
de pseudoentidades molares. La micropolítica consiste en crear un agenciamiento
que permita, por el contrario, que esos procesos se apoyen unos
en otros, intensificándose.»
May 2, 2009 a las 7:05 am
«Estoy convencido de que el devenir-homosexual es heterogéneo con
respecto de un devenir-mujer. Por otro lado, es concebible que los universos
de las homosexualidades, en cierta etapa, sólo puedan ser calificados a
través de la semiotización de un devenir-mujer. Es lo que, sin querer, revelaron
los freudianos clásicos: si usted no está en un devenir-dominante de
hombre, entonces es porque usted es una mujer. Tal vez conozcan un artículo
admirable de Pierre Clastres, que se llama «O arco o cesto». La diferenciación
en la sociedad a la cual se refiere es absolutamente clara: o
usted carga el arco, o usted carga la cesta; reencontramos esto mismo en
todas las teorías relativas al falo.»
May 2, 2009 a las 7:06 am
«PREGUNTA. ¿Pero eso no es también una oposición maniqueísta: o usted está
de un lado o usted está del otro?
GUATTARI. Obviamente, es exactamente eso lo que estoy intentando decir. Es
una oposición cerrada, pero al mismo tiempo es una oposición diferencial en
relación con las oposiciones dominantes. Si yo no puedo integrarme en la
iniciación de cierta posición sexual dominante, si no puedo semiotizar mi
singularidad —que tal vez no sea ni hombre, ni mujer, ni planta, ni animal,
ni nada de eso—, entonces seré una mujer. Sin embargo, no es eso lo que me
va a permitir singularizarme. Puedo muy bien afeminarme, usar una cartera
graciosamente, maquillarme: imitar de la manera más forzada posible los
pseudo trazos de singularidad de la mujer. Esto es, asimismo, un proceso
diferencial —en ese campo, nunca hay singularidades absolutas, sí acaso la
muerte. Siempre estamos situados en procesos diferenciales de singularización:
la cuestión está, exactamente, en no dejarse capturar, en no caer en esos
modos de cualificación y de estructuración que bloquean el proceso.»
May 2, 2009 a las 7:09 am
«SUELY ROLNIK. Creo que la cuestión no está en considerar quien tendría más
libertad, el hombre o la mujer, sino en circunscribir y problematizar el
modelo que atraviesa, incluso en la actualidad, tanto la figura del hombre
como la de la mujer; me refiero al falocratismo, de cuya lógica ambos son
prisioneros. Y si lo que estoy diciendo tiene algún sentido, combatir esa política
sexual dominante significaría tener como objetivo tanto esta figura
como la del hombre (el macho, en cualquiera de sus versiones); esta figura
de mujer, sea la novia o la puta, sea la esposa o la amante. La resistencia aquí
consistiría en entrar en los procesos de diferenciación de todas esas figuras,
Subjetividad e historia 99
pues así lo que estaríamos desinvistiendo sería el propio falocratismo. Esos
procesos son justamente lo que podríamos llamar, citando a Guattari, como
devenir-mujer: devenir-mujer del hombre, devenir-mujer de la mujer, en fin,
devenir-mujer de la sociedad.
Lo que quiero decir es que la base de esta sociedad es un modo falocrático
de producción de la subjetividad —modo de producción que tiene
en la acumulación de capital su único principio de organización. Ese
modo implica un proceso cada vez más acelerado de disolución de las formas
vigentes y de producción serializada de nuevas formas, pero disociadas
de la vida. Si estamos de acuerdo en esto, no precisamos hacer grandes
esfuerzos para darnos cuenta de que en ese modo de producción, lo
que se recalca es la posibilidad de crear formas de existencia a partir de
una sensibilidad de los procesos vividos, formas tan múltiples y variadas
como sean esos procesos. En otras palabras, lo que es reprimido es un tipo
de «función de gravidez»: la potencia de ser fecundado por la alteridad,
de funcionar como canal para la incubación de formas de existencia que
se imponen en cada nueva configuración de la experiencia. Entonces: ¿no
es precisamente ese devenir-mujer el que está siendo reprimido? En ese
caso, cualquier ruptura con el modo de funcionamiento de la sociedad
actual pasa por un devenir-mujer.»
May 2, 2009 a las 7:28 am
«GUATTARI. Partamos de una tábula rasa, de una reducción general de todas las
significaciones dominantes, que desembocan en la afirmación de que habría
hombres y mujeres, adultos y niños, un orden animal y uno vegetal.
Arrojemos todo eso fuera y consideremos que no hay cuerpo, no hay identidad,
pues todo está categorizado en un determinado modo de representación.
En compensación, consideremos que hay objetos singulares, implicados
en un proceso general de desterritorialización, objetos poéticos que funcionan
como rupturas de percepción, como composición de procesos de sensibilidades
y de representaciones heterogéneas, que en un momento dado se
van a organizar según un determinado perfil que no puede ser remitido a
las referencias ordinarias de las significaciones dominantes.
Lo que quiero con mi devenir-mujer puede ser una manera de golpear
los tacones de mi zapato en el piso, una manera de captar la intensidad de
una relación de órganos (en el sentido más indefinible de «órgano»), una
manera de territorializar algo, de volverme hacia alguien que me está mirando.
Se trata de diferentes sistemas de intensidad que no se articulan necesariamente
en una significación de mujer, que no son necesariamente categorizables
en un modo de representación de la mujer. Pero puede ser también
que, al mismo tiempo, yo esté metido en un «trip sadomasoquista», y que,
en ese caso, pida a mi amante que articule e incorpore a la escena esos diferentes
sistemas de intensidad. Sin embargo, especialmente en ese caso,
tengo grandes chances de no realizar tal articulación, debido a la propia
naturaleza del contrato sadomasoquista: como cuando se trata de un proceso
cuya finalidad es exactamente la de abolirse como tal. Tales sistemas de
intensidad, tales tipos de objeto, tomados en esos diferentes procesos relativos,
pueden pertenecer a singularidades totalmente heterogéneas. Pueden
ser del dominio de una semiótica etológica como cuando se trata de captar
algo (como un objeto completamente desterritorializado) y tener la intensidad
de esa captura, lo que en etología se llamaría función de grasping.
Pueden también pertenecer al dominio de una representación plástica, o
musical, al dominio de una semiótica corporal, de una caricia o, incluso,
pueden estar incorporados a una escena fantasmática, lo que hace que se
repitan siempre las mismas escenas (hasta en el sentido de «hacer una escena
»… siempre la misma…).
En otras palabras, tales elementos de singularidad molecular pueden
coexistir y estar implicados en niveles completamente heterogéneos, según
la naturaleza de los procesos en los que están incorporados. Es lo mismo que
animar y procesar una singularidad que va a desempeñar un papel en un
devenir poético, en un devenir-homosexual, pero que también va a desempeñar
un papel en un devenir-hombre-de-letras, en un devenir-poder en un
grupo social dado.»
May 2, 2009 a las 8:35 am
«COMENTARIO. Creen que lidiar con el lado institucional es reformismo, no
cambia nada. Para ellos las instituciones deben ser despreciadas, porque lo
que vale es sólo un tipo de cosa: el anarquismo, que yo cuestiono mucho.
Considero una ingenuidad, como usted mismo ha dicho, despreciar al
Estado con explicaciones del tipo «no cuenta», «nos oprime» y en nombre de
eso, dejarlo de lado e intentar hacer algo completamente fuera, como si con
eso fuésemos a conseguir la destrucción del Estado.
SUELY ROLNIK. Ese malestar en relación con las instituciones no es nuevo, es
por el contrario, un sentimiento especialmente presente en nuestra generación
que, desde la década de 1960, ha tomado a las instituciones como uno
de sus principales focos de protesta. Pero es verdad que en Brasil, desde
hace unos años, ese malestar ha sido particularmente agudo, y eso se debe,
para mí, a un dato absolutamente objetivo (y obvio) que es la «dureza» de la
Subjetividad e historia 105
dictadura, a la cual estuvimos sometidos durante tanto tiempo. La rigidez
de ese régimen está encarnada, de un modo u otro, en todas las instituciones
del país; y esto ha constituido un importante factor para el poder y para
la permanencia de la dictadura.
Pero creo que ese malestar antinstitucional, sea cual fuere su causa, no
pasa sólo por ahí: la sensación de que las instituciones son territorios contaminados
y que por eso nada debería ser investido en ellas, cumple
muchas veces un papel defensivo. Ese tipo de sensación es, en mi opinión,
el reverso de la fascinación con la institución que caracteriza la «líbido
burocrática». En realidad, esas dos actitudes satisfacen una misma necesidad,
que es la de usar las formas vigentes, lo instituido, como parámetro
único y exclusivo en la organización del sí mismo y de las relaciones con
el otro, evitando así sucumbir al peligro de colapso que podría ser provocado
por cualquier tipo de cambio. Son dos estilos de simbiosis con la institución:
uno de «pegamento» e identificación (quien adopta ese estilo basa
su identidad en lo instituido), y otro de rechazo y contraidentificación
(quien adopta ese estilo basa su identidad en la negación de lo instituido,
como si hubiese en el plano de las formas un «afuera» de las instituciones,
un supuesto espacio «alternativo» a este mundo).
Viendo las cosas desde este prisma, tanto el «alternativismo» como el
«burocratismo» se restringen a abordar el mundo desde el punto de vista
de sus formas y representaciones, esto es, desde el punto de vista molar,
y se protegen contra el acceso al plano molecular, donde se están produciendo
y componiendo nuevas sensaciones, así acaban forzando la creación
de nuevas formas de realidad. Ambos reflejan un bloqueo de la fuerza
instituyente, una imposibilidad de entrega a los procesos de singularización,
una necesidad de conservación de las formas vigentes, una dificultad
de acceso al plano molecular, donde se engendra lo nuevo. Es más
difícil de ser percibido en el caso del «alternativismo», porque implica el
espejismo de un supuesto mundo paralelo que transpira una ilusión de
autonomía y creación, y cuando creemos haber escapado del «conservadurismo
», estamos corriendo el riesgo de caer en otro, más disimulado.
En este sentido, estoy de acuerdo con usted: no es fingiendo que las instituciones
no existen como se las va a transformar. Sin embargo es preciso
hacer dos salvedades. En primer lugar, es obvio que ni toda experimentación
social designada con el nombre de «alternativa» está marcada
por ese carácter defensivo del espejismo de un mundo paralelo. Y, en
segundo lugar, si pensamos en el contexto de la dictadura, se entiende
que para soportar la dureza de un régimen autoritario, la tendencia sea
la de fingir que no existe, con el fin de no tener que entrar en contacto
con sensaciones de frustración y de impotencia que sobrepasan el límite
106 Micropolítica. Cartografías del deseo
de lo tolerable (tal y como se acostumbra a reaccionar frente alguna experiencia
traumática). Y para sobrevivir, se intenta crear, en la medida de lo
posible, otros territorios de vida, muchas veces clandestinos.»
May 5, 2009 a las 8:46 pm
«El movimiento Psiquiatría Democrática, por ejemplo, intentó, desde el
comienzo, presentar el problema en otros términos. Para comenzar, Basaglia
siempre rechazó el término «antipsiquiatría». Consideraba que la acción en
ese campo no podía ser realizada sólo a partir de pequeños grupos minoritarios;
era necesario encontrar un modo de articulación para lo que estaba
pasando en el seno de los establecimientos psiquiátricos. De ahí el tema central
de un libro que tuvo mucho éxito en ese momento: La institución negada.
Según esta corriente, un trabajo concreto de cuestionamiento de las instituciones
sólo podría ser hecho, por definición, a través de una articulación con
los movimientos políticos y sociales, tratando que éstos últimos tomaran
conciencia de esos problemas.»
May 5, 2009 a las 9:20 pm
a partir de la página 108 (segun la paginación misma del libro), Guattari comienza a narrar la experiencia de la Red Internacional de Alternativas a la Psiquiatría.
May 5, 2009 a las 9:22 pm
p.113
«GUATTARI. Retomando lo que intenté explicar antes, no se trata nunca de proponer
un modelo alternativo. Pero sí, sin embargo, de intentar articular los
procesos alternativos cuando éstos existen, sobre todo a escala europea: allí
la situación de la psiquiatría en algunos países es completamente arcaica y
casi carcelaria, mientras que en otros, especialmente en los países nórdicos,
la sofisticación del control psiquiátrico ha sido llevada a un punto inimaginable.
En Dinamarca y en Suecia, el Estado paga a madres de familia y concede
horarios especiales a los trabajadores, para hacer grupos de psicoterapia;
hay aldeas enteras cuya vida gira en torno a la terapia. Esto no tiene
nada de absurdo; al contrario, es muy astuto.»
May 5, 2009 a las 9:28 pm
La narración de la experiencia de la Red Internacional de Alternativas a la Psiquiatría, y del apartado sobre Psiquiatría, continua hasta la pag. 117
May 6, 2009 a las 5:48 pm
de la pag. 117 hasta la 122 habla sobre la escuela
May 6, 2009 a las 6:18 pm
«Cuando una idea es válida,
cuando una obra de arte corresponde a una transformación verdadera,
132 Micropolítica. Cartografías del deseo
no es preciso artículos en la prensa o en la TV para explicarla. Se transmite
directamente, tan deprisa como el virus de la gripe japonesa. La idea de que
es necesario un telón global de medios de masas con respecto de las cosas
de la cultura me parece profundamente perversa.»
May 6, 2009 a las 6:46 pm
«Sería importante intentar ampliar la noción habitual de medios de comunicación
de masas. Esta noción, en tanto exposición de productos como en una
suerte de supermercado, es algo que determina no sólo las formas de consumo
de la literatura, del arte, etc., sino también modeliza las formas de producción
artística y literaria.»
May 6, 2009 a las 6:57 pm
«Más exactamente la producción de una
persona que no escribe para alguien, ni siquiera para sí mismo, y que hasta en
algunos casos vive su proceso de escritura como algo extraño a su yo, como
una suerte de intrusión productiva, como un proceso que puede ser amenazador
para su sistema de representación del mundo; propiamente esa producción
singular y menor, ese punto singular de creatividad tiene un alcance
máximo en la producción de transformaciones de la sensibilidad, en
todos esos diferentes campos que llamé revolución molecular.»
May 6, 2009 a las 6:58 pm
«Los sistemas de difusión de la producción literaria, artística, etc. son
siempre concebidos como pertenecientes al dominio de una pirámide de
control y de selección, que se encarna en el hecho de que hay siempre un
profesor que corrige las copias, un crítico que selecciona los textos, un editor,
etc. Este modo de difusión es muy discriminante desde el punto de vista
de las producciones seleccionadas. Podemos imaginar bastante bien sistemas
de medios de comunicación de masas y de difusión que no pertenezcan
a ese sistema piramidal. Esto no me parece absolutamente utópico puesto
que, a fin de cuentas, durante milenios la difusión de los mitos, de los cuentos,
etc., no pasó ni por O Globo, ni por los dos o tres críticos que producen
ley en el mercado. Y esas producciones no dejaron por eso de encontrar su
campo máximo de difusión.»
May 6, 2009 a las 7:40 pm
«Es preciso tener mucho cuidado para no pensar la acción de los medios de
comunicación como hacen frecuentemente los teóricos de la información y
de la comunicación. En la actuación de los medios de comunicación, nunca
hay un paso directo de los sistemas de producción de enunciados a los individuos
que reciben esos enunciados; nunca hay un paso directo entre el productor
y el receptor de la imagen. Los medios de comunicación de masas
actúan siempre a través de la mediación de procesos de subjetivación. Los
sociólogos han demostrado que la intervención de los medios de comunicación
de masas en la opinión pública, por ejemplo, pasa siempre por sistemas
intermediarios, los llamados grupos primarios o de two step. Y son precisamente
esos niveles de subjetivación intermedios, esos grupos primarios, los
que están en la mira de los procesos de producción de subjetividad capitalística.
La modelización de esos grupos pasa por el control de sus líderes:
éste es el objetivo de los medios de comunicación de masas.»
junio 20, 2009 a las 10:42 pm
«Lo que va a permitir el desmantelamiento
de la producción de subjetividad capitalística es que la reapropiación
de los medios de comunicación de masas se integre en agenciamientos de
enunciación que tengan toda una micropolítica y una política por hacer en el
campo social.»
junio 20, 2009 a las 10:56 pm
«La radio libre es como un fósforo que usted enciende y luego prende todo.»
junio 20, 2009 a las 10:58 pm
«GUATTARI. Estoy de acuerdo en que existe una equivalencia entre estas fórmulas.
Pero diría lo siguiente:
1. «Revolución molecular» corresponde más con una actitud éticoanalítico-
política (lo mismo se puede decir con respecto de «función
de autonomía»).
2. «Proceso de singularización» sería el hecho más objetivo de una singularidad
que se ha desprendido de los estratos de resonancia y que
hace proliferar y ampliar un proceso, que podrá encontrar, o no, una
estructura o un sistema de referencia intrínseco.
3. La «autonomía» se refiere más a nuevos territorios, nuevos ritornelos
sociales.
4. Las «alternativas» pueden ser tanto macro como micropolíticas.
5. En cuanto a «minoría» y a «marginalidad», yo vería la «minoría»
más en el sentido de un devenir, un devenir minoritario (ejemplo: un
devenir minoritario en la literatura, que sería una salida de las redundancias
dominantes, un devenir-niño, un devenir-multitud, etc.), y en
lo que se refiere a «marginalidad» se trataría de un término más sociológico,
más pasivo.»